DATACIÓN CRONOLOGICA ERRONEA DE LA OBRA DE J.R. L. ÁLVAREZ


PRESENTACION.

En todos los años en que la obra ha estado a disposición del público, suena extraño que  nadie se haya hecho la siguiente pregunta: ¿Qué certeza hay de que los hechos relatados tengan un asidero cronológico coherente? Y la falta de tal cuestionamiento ha hecho que en el transcurso de las ediciones, nadie haya objetado jamás, que los tiempos a los que se refiere la obra podrían estar desajustados con la realidad.

Tal vez, lo primero que pueda llegar a la mente del lector primerizo, sea una especie de asombro por la antigüedad que tales sucesos relatados poseen, y en verdad, y hasta hoy, ningún relato ha hablado en forma clara de hechos acaecidos hace 8300 años A.C, ni mucho menos de historias vividas en los periodos Atlantes o Lemures. Por tanto, parecerá un tanto jocoso que a la descriptiva y detallada historia, la cual asume darse en siglos muy anteriores al nuestro, sea criticada por sus fechas y por la cronología en general que ostenta.
Pero el lector deberá comprender por sobre todo, que si la obra pretende establecerse como un documento histórico, deberá dar debidas explicaciones y lógicos fundamentos a las fechas que menciona. De otro modo, bien podrá resultar al ojo crítico, una hermosa fabula sin un fondo realmente científico. Mas esto último no es lo que sucederá, mientras se admita que la obra no fue una precipitación material de un libro escrito, sino una plausible canalización humana.
Admitiendo esto último, bien podrá mejorarse aquello que se crea necesario. En este caso, se ha podido enhebrar el hilo temporal correctamente, ubicando la verdadera edad de los Kobdas, hallando también y de modo aproximado, la ubicación en el tiempo de las encarnaciones mesiánicas anteriores a Abel.
Para ello el recorrido ha sido un poco arduo, pero se ha podido evidenciar algunas cuestiones, que nos han dado la derecha a la hora de cuestionar el tiempo cronológico de la obra, pero que por otro lado, nos han otorgado certezas muy importantes para ubicar cronológicamente los sucesos, y poderle dar a la obra, un aval científico.


Este fue el propósito de esta investigación, que tal vez sirva como garante de verdad del relato esclarecedor que nos han brindado Hilarión y Sisedón. La siguiente investigación, junto con las conclusiones a las que llega, no pretende negar ningún otro punto de vista que sea obtenido por el estudio y la comparación metódica, en vez de eso, alienta a seguir investigando a todo aquel que desee proyectarse más aun, teniendo siempre como objetivo  el desarrollo intelectual y moral, el cual puede darse perfectamente de la mano del estudio de la historia antropológica.