PRESENTACION.
En todos los años en que la obra ha estado a disposición del
público, suena extraño que nadie se haya
hecho la siguiente pregunta: ¿Qué certeza hay de que los hechos relatados
tengan un asidero cronológico coherente? Y la falta de tal cuestionamiento ha hecho
que en el transcurso de las ediciones, nadie haya objetado jamás, que los
tiempos a los que se refiere la obra podrían estar desajustados con la
realidad.
Tal vez, lo primero que pueda llegar a la mente del lector
primerizo, sea una especie de asombro por la antigüedad que tales sucesos
relatados poseen, y en verdad, y hasta hoy, ningún relato ha hablado en forma
clara de hechos acaecidos hace 8300 años A.C, ni mucho menos de historias
vividas en los periodos Atlantes o Lemures. Por tanto, parecerá un tanto jocoso
que a la descriptiva y detallada historia, la cual asume darse en siglos muy
anteriores al nuestro, sea criticada por sus fechas y por la cronología en
general que ostenta.
Pero el lector deberá comprender por sobre todo, que si la
obra pretende establecerse como un documento histórico, deberá dar debidas
explicaciones y lógicos fundamentos a las fechas que menciona. De otro modo,
bien podrá resultar al ojo crítico, una hermosa fabula sin un fondo realmente
científico. Mas esto último no es lo que sucederá, mientras se admita que la
obra no fue una precipitación material de un libro escrito, sino una plausible
canalización humana.
Admitiendo esto último, bien podrá mejorarse aquello que se
crea necesario. En este caso, se ha podido enhebrar el hilo temporal
correctamente, ubicando la verdadera edad de los Kobdas, hallando también y de
modo aproximado, la ubicación en el tiempo de las encarnaciones mesiánicas
anteriores a Abel.
Para ello el recorrido ha sido un poco arduo, pero se ha
podido evidenciar algunas cuestiones, que nos han dado la derecha a la hora de
cuestionar el tiempo cronológico de la obra, pero que por otro lado, nos han
otorgado certezas muy importantes para ubicar cronológicamente los sucesos, y
poderle dar a la obra, un aval científico.
Este fue el propósito de esta investigación, que tal vez
sirva como garante de verdad del relato esclarecedor que nos han brindado
Hilarión y Sisedón. La siguiente investigación, junto con las conclusiones a
las que llega, no pretende negar ningún otro punto de vista que sea obtenido
por el estudio y la comparación metódica, en vez de eso, alienta a seguir
investigando a todo aquel que desee proyectarse más aun, teniendo siempre como
objetivo el desarrollo intelectual y
moral, el cual puede darse perfectamente de la mano del estudio de la historia
antropológica.